jueves, 18 de febrero de 2010

Imposible

Nadie es del color
del deseo más profundo.

(enamorada de vos, Alejandra)

viernes, 12 de febrero de 2010

Es que no puede olvidar

Negación

Me releo y lo compruebo: una eterna enamorada.

Volver.

A veces algo se tiene que romper para que despertemos. Romper, astillar, abrir. Una herida que todavía arde, pero que en ese ardor se hace fuerte, habla, escribe. Y dan ganas de volver a ser lo que alguna vez se fue. Y vamos a dejar de hablar en términos impersonales. Vuelvo a ser, a hacer, lo que alguna vez fui-hice. Ese lugar común del encuentro con uno mismo. Y sí, pasa. Y algo se rompió y acá estoy: escribiendo. Es-cri-bien-do. Increíble. Después de un letargo de palabras interminables. Y muchas cosas pasan por mi cabeza ahora, cosas y caras y nombres y miedos y lugares y colectivos que nunca más me voy a tomar. Y el corazón (o lo que sea) se me achicharra un poco, como si alguien me lo rascara con uñas mal cortadas. Y la noche no se hace tan fácil, pero tampoco tan difícil porque después de las lágrimas llega ese suspiro que quiere decir: “Y bueno, es así”. Es así. Tengo que aprender a vivir en carne propia esa inmundicia denominada “resignación”. Y entender y entenderme. Y ahora no sé qué escribir pero sigo escribiendo para probar si sale algo bueno, como los locos de la generación beat, que escribían hasta en el papel higiénico. Es que de repente me dieron ganas. Y volví. Me volví. Me abracé. Y lloré, y no me gusta llorar pero sí me gusta y me estoy dando cuenta de que me gustan las ambigüedades y los claroscuros y las no verdades y las grietas y los entremedios y todo lo indefinible porque la UBA me marcó de más y ahora no sé cómo salirme de ese discurso posestructuralista que controla hasta mi vida sentimental. Y entonces sueño, y ahí todo vale, hasta las contradicciones, y vale lo que no se puede, lo que te tendrías que haber olvidado y lo que nadie te va a dejar. No, eso no. Así no. Y por qué siempre quiero lo prohibido, y otra vez mi discurso naufraga en las turbias arenas de los clichés. Ay, el dolor. Ay, soy tan, pero tan común. Snif.