martes, 14 de diciembre de 2010

No sé a qué responden estos períodos de escritura aletargada.

lunes, 15 de noviembre de 2010

y voy a estar mucho mas tranquila cuando el rivo baje por mi garganta y se pose en mi intestino y se diluya en mi sangre como un líquido de amor

jueves, 11 de noviembre de 2010

En cuanto a la reina, ésa era Joan Baez

"Todo lo que hacía funcionaba. El hecho de que tuviera la misma edad que yo casi me hacía sentir inútil. Por ilógico que parezca, algo me dijo que era mi alma gemela, que era la cantante con la que mi voz podía armonizar perfectamente". Bob Dylan, Crónicas.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Quiero más

Estamos cortando la calle, cantando juntos, felices. Y casi como si estuviera haciendo el amor. El viaje en colectivo me dejó pensando. Y un poco excitada. Somos muchos.

domingo, 31 de octubre de 2010


Como el galope enloquecido del caballo recién liberado en medio del campo, que no puede dejar de relincharle a la vida.
Así corre la fuerza entre mujeres.
Contagiame.

viernes, 29 de octubre de 2010

Deseo

Un amor así.

martes, 26 de octubre de 2010

FB

Tonta, tonta, tonta.
Pizanik también es un lugar común.
El lugar de "todas las chicas".

jueves, 21 de octubre de 2010

Sueño

Soñé que me acompañabas a una fiesta judía.

Me pruebo un sombrero, me queda mal y yo quiero que me veas linda. Me lo saco cuando el sacerdote no me mira.

Vos te aburrías pero cuando se apagó la luz me diste un beso y no tuve tiempo para presentarte a mis amigas.

miércoles, 20 de octubre de 2010

No sé qué pasó con mis veranos.
No me acuerdo de mí.
Mosquitos.

martes, 19 de octubre de 2010

Y ahora, de lejos, sos tan aburrido.
Mujeres que padecen la violencia de mil aspiradoras.

lunes, 18 de octubre de 2010

No me contradigo, no estoy loca. Es que contengo multitudes.

Do I contradict myself?
Very well then I contradict myself,
(I am large, I contain multitudes.)

Walt Whitman, Song of myself

sábado, 16 de octubre de 2010

Cuando publiqué un texto (muy) mío en una revista. De eso me hiciste acordar. Y de las ganas de escribir bien, degustando cada palabra. Me dijiste que dejara las chiquilinadas y buscara la plenitud.
Hoy dejé que un caballo juegue con mi pelo.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Sí, sí, algún día voy a empezar un blog con otros colores y otro tono, mucho menos melodramático y adolescente. Mientras tanto, no me jodas.
Cuando tenga treinta y estabilidad emocional.

martes, 12 de octubre de 2010

Mi mañana. No hay tiempo para ordenar el cuarto. La monografía incompleta me da culpa. Leo. Me aburro. Escribo un párrafo y suspiro.

El patio está amarillo de tanto sol. Un mensaje. Movistar.

Las tortugas no quieren comer la lechuga que les dejé sólo para verlas comer. No me importa si tienen hambre o no.

La gata mira hacia arriba. El pájaro, que jamás podrá capturar, salta de rama en rama.

lunes, 11 de octubre de 2010

Dedicadísima.


 “Me hace gracia todo eso de que soy guapa. En lo que llevo en España he esperado que alguien me invite a salir, pero no he tenido suerte. Al final ciertos comentarios alimentan esa idea de dominatrix que tanto les gusta a algunos. Creo que voy a empezar a hacer alguna foto de promoción toda de cuero, porque además creo que hay mucha gente que merece ser fustigada. Me refiero a todos esos vejestorios que ayudan a este status quo. Hay toda una generación de mayores en la literatura que se está sintiendo un poco violentada con apariciones como la mía. ¡Y está buenísimo que se pongan nerviosos!”.
Ella nació en 1977 y se saca fotos en blanco y negro que resaltan su belleza. A él le encantaría conocerla y llevársela a la cama.
Babe, I'm in the mood for you.

martes, 5 de octubre de 2010

Poros y Penia

Sucedió que en la boda de Afrodita una mendiga llamó a la puerta muerta de hambre, venia a por las sobras de la comida, se llamaba Penia y después de conseguir entrar en el banquete y acceder a los alimentos que allí sobraban y de hartarse de comer y beber, se propuso seducir a Poros. No le fue dificil pues acudió a aquello a lo que Poros era mas sensible: la adulación. Poros y Penia se refugiaron en el jardín huyendo de las miradas del resto de los invitados y alli copularon una y otra vez.
Hay alguien llorando adentro de la música.
En mis sueños, tus palabras se vuelven mías.
No es lo que quiero.
Creeme.

lunes, 4 de octubre de 2010

Mi lugar común

El poeta sube al escenario. Se presenta, presenta su libro. Nos dice que va a leer cuatro poemas, dos cortos y dos largos. Y empieza, con la voz un poco temblorosa y la vista fija en sus papeles. Le cuesta leer y sostener su libro al mismo tiempo. Cierta torpeza y empiezan a fluir las palabras de siempre, en el orden de siempre. El tipo está nervioso pero entusiasmado. Lo escuchamos, es lo que corresponde, a nadie se le hubiera ocurrido empezar a gritar o tirarle algún objeto. Pensé en un zapato y salir corriendo, pero era domingo y estaba cansada y además mis zapatos son blandos y me falta puntería. Aunque tampoco era para tanto. Hasta que escupió con un orgullo injustificado la frase que, creía, lo llevaría a la fama: “Cómo hablar del silencio, cómo escribirlo, si cuando hablo o escribo el silencio desaparece”. Y después aparecía un bebé con sus primeros balbuceos y la estupidez de darle la bienvenida al mundo de los hombres.

Yo había ido con una amiga. Antes de que la función empezara, ella se había acercado al poeta para saludarlo. “Hoy leo yo”, nos dijo. A la salida lo cruzamos de nuevo. Tenía la sonrisa inmóvil y los ojos le brillaban detrás de los anteojos. Mi amiga lo felicitó. Yo le sonreí. Al chico que estuvo parado al lado mío durante toda la noche sí le habían parecido buenos los poemas. “Pero no me gustó cómo los leyó, nadie sabe leer poesía”. Y yo me quedé pensando. Dudé de mi criterio, una vez más. No, su poesía también era mala. Eran las palabras de una adolescente atormentada puestas en otro orden. No había nada nuevo. “Estoy cansada de los lugares comunes”, pensé. Y me acordé de mis monografías pendientes y de los temas de siempre sobre los que pensaba escribir. La deconstrucción de la noción de autor en la poesía de Pessoa o la constitución del sujeto en la poesía de Dylan como una “fuerza nietzscheana siempre en proceso”. Insoportable. Los lugares comunes me persiguen. O quizás yo los busco, porque nadie me obliga a escribir obviedades o escuchar poesía berreta. 

Y todo esto para decir que el lugar común que más me fastidia es otro. Soy yo. “Sí, se te nota en la cara, pobrecita”, me dice mi amiga cuando me ve. Pero que sigo linda igual, que ya va a aparecer otro.

domingo, 3 de octubre de 2010

Cerré la puerta pero abrí.

sábado, 2 de octubre de 2010

No hay un nombre para mí todavía
Estoy aprendiendo a perder
mi cara anterior
la violencia de mis manos aferradas
a algo
Solté las riendas y el caballo galopó

Te alcancé.

martes, 28 de septiembre de 2010

Esta sublime borrachera con amigos.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Que lluevan respuestas.

Qué hacemos pequeñita qué hacemos qué qué qué

Que sí, que no, que la cabeza, que lo que sentís, que lo que te dicen, que es tarde, que esperaste de más, que no tenés razón, que sí la tenés, que eso no, que sí que sí que sí, que te importe, que no te importe, que te salga que te moleste que no te moleste que bailes que no que te quedes quieta que escribas que no no digas nada que las cosas son así que dejes de pensar que lo pienses porque si no te vas a arrepentir después nadie se arrepiente de nada no sé por dónde caminar me caí que la rodilla no duele tanto no jodas.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Mi fucsia es el lila de Alejandra.

Te queda la maceta

Caminó hasta la esquina, entró al local, buscó la planta que había visto en la vidriera dos días atrás. Se la envolvieron, la llevó a su casa, la regó y la puso encima de la mesa. Se imaginó una planta enorme, fortalecida, llena de brotes y feliz de estar dentro de su casa, con ella.
Pero la planta se empezó a marchitar. Agua, luz, sombra, charlas, y nada. La planta había sido una desagradecida. Y ella se guardó la maceta, la pintó de colores fuertes y la puso sobre la heladera. El fucsia la puso de buen humor.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Tres margaritas y ella me acerca la boca.
No lo entenderías.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Flora y yo decimos

el deseo es rey.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Me comería la luna.
No doy más.

viernes, 10 de septiembre de 2010

La acuarela de Deleuze.

Me leo en tres colores: el gris de los domingos sola, el naranja brillante del alcohol y la música fuerte y el fucsia de mi deseo intermitente.
Estoy escuchando una canción que tiene colores pero claro que sería mejor morderte el hombro y mostrarte lo negro de mis ojos cuando me excito.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Te regalo mis ojos antes de dormir.

Mujeres mentirosas

Vos también querés coger, pedazo de frígida.
Más que nadie.

Cuidado con los ojos, chicos.

Cumpleaños feliz para todos, menos para el globo negro.
Todos de colores, menos uno.
Hinchadísimo, alguien lo infló de más.

Va (voy) a reventar.

lunes, 6 de septiembre de 2010

domingo, 5 de septiembre de 2010

Incendiada.
Voy hacia el fuego.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Todo muy gloomy.
Y eso que parece una palabra feliz.

Goce

Soy una diminuta muñeca de papel caminando despacio por el filo de una navaja tibia.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi vida,
déjate enlazar de fuego,
de silencio ingenuo,
de piedras verdes en la casa de la noche,
déjate caer y doler, mi vida.

Alejandra Pizarnik
Poema 35, Arbol de Diana.

Lo rojo del amor

La enamorada arrancó las flores, se las metió en la boca y las masticó. Las espinas, pequeñas, le hicieron sangrar la lengua. Boca enrojecida, mujer loca y muerta de miedo. Tragó, dolía todo el cuerpo. La mirada fija en un árbol muerto. Se abrazó a su tronco, ya desnuda, y lloró.

Encontraron su cuerpo los ciervos.

jueves, 26 de agosto de 2010

Cuando desperté, seguías ahí.
Mis sueños están vivos.

domingo, 22 de agosto de 2010

Ficción

"...pero no hay mejor regalo para una muerta que dejarla jugar por unos instantes con las memorias y las fabulaciones de los vivos, lo que quizá fue su mayor deseo en el momento de salir de la vida -del sueño quieto de la vida- para entrar en el mundo, en la tierra que se mueve, que gira y temblequea un poco y circunvala el sol y cae infinitamente hacia un lugar que sólo pueden advertir las que se dejan abrazar por el hombre que las vuelve un objeto de su ficción".

Fogwill, Help a él.

lunes, 16 de agosto de 2010

Sobre mí.

Soy hitera y me gustan los supermercados chinos.
Días en los que no me reconozco.

Cara de loca.

Algo que no pienso editar

Se acabó la cerveza. Es noche de feriado y se acabó la cerveza. “Andá a los chinos, es más barato”, dice mi vieja. Los chinos siempre están cerca, siempre tienen de todo y te hacen la vida fácil. Genial, es lo que necesito, un poco de aire y una conversación feliz con algún extranjero despreocupado. Vamos.
Paso primero por la verdulería que queda al lado de los chinos, es nueva, es la quinta que abrieron en los últimos dos meses por la cuadra. Los supermercados chinos y este tipo de verdulerías chiquitas proliferan por mi zona.
Seis huevos, le pido. No tienen de color, que son los que mi vieja siempre pide porque “tienen mejor gusto”. No hay, punto. Vamos con los blancos. El verdulero también me hace la vida fácil. No hay cola, me da los huevos envueltos en papel de diario, yo pago con cambio y estamos todos felices.
Hacer las compras de noche me resulta extraño.
Llego a los chinos, la luz siempre prendida, estos tipos no duermen. Entro con las bolsas, los envases y los huevos que acabo de comprar. Los chinos son desconfiados, miran mis paquetes. “Los dejo acá si querés”, le digo a uno que está en la caja con cara seria. “Sí, sí”, contesta, casi obligándome. Voy directo a la heladera. Estos tipos jamás te defraudan, no es como Disco, en donde la cerveza fría siempre escasea. Acá hay de todo y me dan ganas de comprar. Agarro dos botellas y unas papas fritas. Vuelvo a la caja, uno de los chinos me cobra y el otro me ayuda con las bolsas. Por algún motivo, empecé a ponerme de muy buen humor.
Cruzo al kiosco. Pido mis cigarrillos. Me atiende una mina teñida, con cara de culo y uñas despintadas. No tengo cambio, piba. Dame caramelos, lo que sea. Sigue con su cara asquerosa. Agarro los caramelos, agarro el cambio, salgo del kiosco y prendo el pucho. Vieja de mierda.
No voy a entrar a casa todavía, tengo que degustar el cigarrillo  y entender el por qué de mis vaivenes emocionales durante las compras nocturnas. Lo pienso. No entiendo nada: Verdulero, chinos, vieja de mierda.
El boulevard está lleno.
Pasa una minita con el novio de la mano. Me mira y aparece esa cara de culo femenina que ya rastreo en más de una mujer y que me está empezando a aguar la fiesta de la caminata.
Por suerte me cruzo con el loco y su perra golden. La perra me mira, saca la lengua, quiere saludarme, se pone ansiosa. Le sonrío –como si realmente pudiera interpretar mi sonrisa- y sigo de largo.
El pucho se está acabando.
Mierda, tengo que volver a casa. La vieja debe estar preocupada.

domingo, 15 de agosto de 2010

El día que me arrancó el vestido.
En un lugar de mi cabeza sigue viva la palabra que (me) pronunciaste antes de nacer.
No más lenguaje que puedas tocar.
Habló desde otro mundo.

Carnaval

Bailó entre los arlequines de la noche, rozándolos con su cuerpo.
Eran los hombres del sueño de una reina perdida.
Hombres disfrazados.
Siguió galopando entre ellos, la cabeza aturdida de ruido y vacío.
Bailó.
Hasta que encontró un espejo.

lunes, 9 de agosto de 2010

Nos siguen pegando

Ella es menor.
Él es ¿normal?

sábado, 7 de agosto de 2010

Por Eliseo Diego

LA JOVEN EN EL TEATRO
(fragmento)

Y mientras te inclinabas
Impaciente al vacío,
interrogando

la polvorienta púrpura,
vi el sesgo valeroso de la boina,
tus ojos serios y veloces,
el liviano

pelo lacio, al desgaire, oh cazadora,
y me tocó el terror de lo tremendo sobre tus hombros frágiles:
caía

la mañana en diluvios, oh luz,
en fugas y murmullos,
y ya nada

podría ampararte de tu juventud.

La partitura en la luna


La partitura en la luna
La leyó toda y no entendió
No salía la música
Tres astronautas la saludaron
Se largó a llorar
La partitura en la luna
Y ella sin poder cantar

jueves, 5 de agosto de 2010

Todo lo que diga está de más.

jueves, 29 de julio de 2010

Hambre


Somos a quien nos comemos.
Cancheritos a la plancha.

martes, 20 de julio de 2010

Que la pitada dure


Vas a tener pocas oportunidades. Quizás el 92 se sale del recorrido, dobla por una calle que no esperabas, justo cuando estabas cruzando, y listo. Todo negro. No hay más música, ni sexo, ni noches entre amigos o lunas. O quizás eso que tenías se te escapa. Quizás perdés. Te olvidás. Quizás alguien te obliga a llorar todas las noches por seis meses seguidos. No sabés cómo van a ser tus noches de acá a diez años. Quizás un conejo se te encastra en la cabeza y no podés dejar de pensar en eso. Y ahora qué estás haciendo. Qué tenés entre las manos. Apretalo, con fuerza. Está ahí. Y después nada, todo negro. Impredecible. Te vas a asustar. Qué pasa si el miedo no pasa. Si el miedo no se va. El subte tarda tanto. Tanta gente. La canción que estás escuchando fue escrita con dolor. Voy a tratar de no apretar más los dientes. Tres nubes en la noche, no hay más luna y las plantas del patio ya no son verdes, todo oscuro. Un día vas a estar tan solo que te vas a desconocer. Mientras tanto, que la pitada dure, honda en los pulmones.

jueves, 8 de julio de 2010

Alguien quiere que diga lo que no quiero decir.
Te agarró el pájaro por los ojos, te dijo que despertaras.
Y qué me importa despertar.
Pateamos al pájaro, le sangran las alas y las plumas turquesas quedan en la almohada.
Me acuesto, miro al techo, respiro el aliento del pájaro que vuela muriendo.
Me muero.

jueves, 24 de junio de 2010

Te hacías la crítica, J.

Me cito (con nostalgia, de nuevo): "Existe un punto en el cual el frenético movimiento que caracteriza a la infancia se bloquea de golpe. Es entonces cuando el niño deviene estatua y el juego trampa, cuando los colores se desmayan y los laberintos ya no divierten, más bien traicionan".

Y tanto que no digo


Pucha me puse melancólica pá.

miércoles, 23 de junio de 2010

Oh está bailando sola alrededor de la fogata sin miedo a la oscuridad de los árboles está fuera de sí canta como las ballenas negriazules sin ruido

La tristeza de un solo día


Las lágrimas de la mariposa son como las de los duendes, de un turquesa tan imposible que ni mis sueños podrían construirlo sin obligarme a morir antes. Con ese turquesa sueña la mariposa cuando está a punto de marchitarse de dolor.

Me dijo la mariposa

Ay duele de nuevo en la punta del esternón y en mi cabeza y las manos quieren abrazar y la garganta se atora de nudos y mis ojos mis ojos lloran para adentro quiero saberte cantame por última vez morir en el sillón de tristeza.

martes, 22 de junio de 2010

Invento lo que no me dolerá jamás.

Voy a escribir.
Voy a creer que entre los escombros está el otro.
Voy a inventar el polvo, aún caliente, cayendo sobre los dos.

Sobrevivir


Primero la desnudaron. No sentía nada, sólo veía cómo su cuerpo convulsionaba de miedo. Un cuerpo que no era el suyo; denigrado, manoseado, expuesto. Después le preguntaron su nombre. No quiso pronunciarlo. Se mordió la lengua para sentir el calor de su propia sangre y pensar en otra cosa que no fueran ellos. La golpearon. El pecho, la panza, las piernas. Le arrancaron pelo, le escupieron la cara. No sentía nada, sólo veía cómo su cuerpo convulsionaba de miedo. Un cuerpo que había sido suyo. Cerró los ojos y se prometió a sí misma resucitar.

lunes, 21 de junio de 2010

Godard

"Hay más inspiración y humanidad en la derrota que en la victoria. Hasta en la derrota hay poesía. Y probablemente mejor poesía".
Amén.

Todo mal


Suena el teléfono.
Ni siquiera puede masturbarse en paz, pobre rubia.

El Caos

Somos lo que comemos.
Bueno, yo soy mi escritorio.
Genial, entró el macho en escena.
Se fue al carajo la solidaridad.

Uno más.


Epa, David Lynch también me habla de lo mismo.
(solidaridad esponánea entre mujeres que roza -de manera exquisita- el amor de mujer a mujer)
Esto es mucho más que lesbianismo.

El color de lo femenino. Quizás sea el lila, Alejandra.

Y la maternidad herida.
Y la solidaridad espontánea entre las mujeres.

Almodóvar me recuerda a Arenas.
Me ayudan a volver a enamorarme de mí misma.
A pronunciar con furia, pasión, entereza y alegría la palabra mujer.

Almodóvar, sobre Todo sobre mi madre


Mi idea al principio fue hacer una película sobre la capacidad de actuar de determinadas personas que no son actores.
De niño yo recuerdo haber visto esta cualidad en las mujeres de mi familia. Fingían más y mejor que los hombres. Y a base de mentiras conseguían evitar más de una tragedia.
Hace cuarenta años, cuando yo vivía allí, la Mancha era una zona árida y machista, en cuyas familias el Hombre reinaba desde su sillón orejero, tapizado de brillante eskai. Mientras las mujeres solucionaban realmente los problemas, en silencio, teniendo muchas veces que mentir para ello. (¿Será esta la razón por la que García Lorca decía que España había sido siempre un país de buenas actrices?).
Contra ese machismo manchego que yo recuerdo (tal vez agigantado) de mi niñez, las mujeres fingían, mentían, ocultaban y de ese modo permitían que la vida fluyera y se desarrollara, sin que los hombres se enteraran ni la obstruyeran. (Además de vital era espectacular. El primer espectáculo que vi fue el de varias mujeres hablando, en los patios).
No lo sabía pero este iba a ser uno de los temas de mi película número 13, la capacidad de la mujer para fingir.
Y la maternidad herida.
Y la solidaridad espontánea entre las mujeres.
"Siempre he confiado en la bondad de los desconocidos", decía Willians por boca de Blanche Dubois. En "Todo...", la bondad es de las desconocidas.

domingo, 20 de junio de 2010

De visita por una iglesia

Hoy miré a la virgen a los ojos.
El mismo dolor.
Mujer.

El color que regresa


Uno de mis primeros cuentos. Una mujer, un arma, su pelo suelto y un hotel.
Y la voz del monstruo, bien adentro, aullándole puta puta puta.
Sangre en las paredes.
Sangre en sus ojos.
Sangre en su sexo.

Pasaron años.
Y acá estoy, pintándome las uñas de rojo en el día del padre.

jueves, 17 de junio de 2010

Gracias

Por los libros que no olvido.
Por los poemas que me hicieron llorar de noche.
Por las palabras. Todas.
Por mis amigas.
Por estas flores a punto de morir.
Por dejarme bailar
mareada de alegría.

miércoles, 16 de junio de 2010

Se agotaron las palabras

El lugar imposible del dolor

¿En qué parte del cuerpo nace el llanto? Me refiero específicamente a ese punto diminuto, ese agujero negro del dolor, esa cabeza de alfiler prendida fuego. ¿Estuvo allí desde siempre, esperando el momento justo para disparar de esta manera enloquecida? ¿Quiénes son los que disparan, los que conocen el gusto de mis lágrimas mejor que yo, los que desde adentro me despellejan el cuerpo y me estrujan como lunáticos cada órgano? Quiero verte la cara, toro desfalleciente de odio y ensangrentado, pájaro negro, mariposa envenenada. Quiero tocarte, suspiro de muerte. Estrujarte, sentirte, mirarte a los ojos, devorarte de nuevo y sentir el veneno ardiente bajando por mi garganta. Quiero conocer a mi enemigo y no olvidar su rostro jamás.

miércoles, 9 de junio de 2010

Esa mujer a la que metería en mi cama


"He tenido muchos amores -dije- pero el más hermoso fue mi amor por los espejos".

Un día no me reconocí más, Alejandra.

¿Ves mis labios?

Te beso todas las noches en la oscuridad.

lunes, 7 de junio de 2010

Te voy a atornillar


Y te va a doler, sé sé sé.

Yo digo

Franco.
¿Sos pelotudo?

domingo, 6 de junio de 2010


Oh vas a salir.
Niña murciélago.
Vas a salir de ahí.
Cuando la noche se canse de vos.

Nada que ver

Me googleé y apareció la Josefina de los veinte.
La voladora.
Mónica se había jurado a sí misma no volverse a enamorar.

Franco dice que el amor es sólo una palabra ahuecada por tanto manoseo.

Un nombre para mi secretaria teñida

Voy a dar más detalles, sólo entonces las historias se vuelven interesantes.

Cuando ella –que desde ahora será Mónica- lo vio, pensó en muchas cosas. Primero, sí, le miró los brazos y se sintió como apretujada. Brazos firmes, gruesos pero no tanto, marcados aún más por la fuerza que hacía para sostener el paquete. Mi Mónica se excita fácil, especialmente cuando perdura en su cuerpo la modorra de la mañana y no tiene nada que hacer en la oficina. Pero Mónica pensó en otras cosas, todo en un segundo. Tiene problemas para dormirse, piensa demasiado. Lo imaginó soltero pero aún enamorado de alguna; la remera, un poco arrugada, indicaba que vivía solo. La barba desprolija, los ojos azules y el pelo bien oscuro. No, alguna se había enamorado de él, era al revés.

Cuando él –que desde ahora será Franco- la vio, clavó los ojos en sus piernas. Le llamó la atención lo largas que eran, y la forma en que estaban cruzadas, como con displicencia. Tuvo ganas de tocarle las rodillas y empezar a subir, pero era muy temprano y todavía le quedaban siete paquetes en el auto para repartir por toda la ciudad. Además, estas minas son siempre unas histéricas, secretarias teñidas que se pasan las horas pintándose las uñas y boludeando a medio mundo por teléfono. Pero después le miró la cara, de perfil, las pestañas que se arreglaba sin verlo. Y había algo delicado en todo eso, algo que se escapaba de lo ordinario, algo de hada –pensó, sin saber por qué había elegido esa palabra.

Los domingos a la noche, Mónica llora.

Franco mira televisión.

Mi secretaria teñida se va a enamorar

Podría ser una historia de amor.

Ella usa tacos, pantalones ajustados y muchísimo perfume. Se plancha el pelo todas las mañanas, tarda cuarenta minutos. Se depila religiosamente cada veinte días en lo de Zulma y consume compulsivamente en Farmacity. Vive sola. Casi siempre pide comida a la noche. Sólo sabe cocinar tarta de jamón y queso. Una vez, en la calle, alguien le gritó "gato".

Él la vio cuando entró a la oficina a entregar un paquete. Sentada en su escritorio, las piernas cruzadas, tacos altos, se arreglaba las pestañas. Concentradísima, los labios apretados, las pupilas como enloquecidas. No le importó que su rubio fuera teñido, era linda igual. Quizás, con menos maquillaje –pensó-.

Ella lo descubre mirándola. Se ríe. Le gusta. Buenos brazos.
Él festeja para adentro la sonrisa provocada. Quizás, algún día –piensa.
Ella se para, le saca el paquete de las manos. Vení – le dice.

Y en el piso de una oficina sucia, a las nueve y media de la mañana, mientras la fotocopiadora sigue escupiendo copias de un archivo que nadie va a leer, ellos empiezan a desnudarse.

Podría ser una historia de amor.

Dijo mi amiga

"Yo nunca sentí las fuckin' maripositas con él"

Y qué.

viernes, 4 de junio de 2010


Mi adentro se niega a entender esta soledad absoluta.
Y el cuerpo aúlla.

viernes, 28 de mayo de 2010

Mis tetas, mi amiga, mi miedo.


Sospecho que mi amiga es lesbiana. Anoche nos juntamos a cenar, en ese bar al que vamos una vez por mes, con paredes pintadas de bordó, mesitas chicas, cuadros de mujeres desnudas y mozos homosexuales. Y la luz es tenue, te invita a relajarte y pedir siempre un trago más.
Como siempre, quedamos a las nueve y media; yo antes no puedo llegar, salgo tarde de la oficina. Ella, no sé bien por qué tarda, pero antes de las nueve “es imposible”. Yo llegué antes, elegí una mesa junto a la ventana y le pedí un chopp al mozo, que estaba bastante bien. Le sonreí, quizás tenía suerte y cambiaba una noche de charla por una de sexo. En otra oportunidad. Este también era gay (le dio un empujoncito en la espalda al cajero, entre risas, que me devolvió las ganas de mirar hacia la calle. Otro intento fallido, qué poco perceptiva).
Me puse a leer, tenía a Reinaldo Arenas en mi mochila, y Reinaldo con cerveza se lee mejor (todo se lee mejor con cerveza, en realidad). Estaba recorriendo palabras como “empapada”, “mar”, “destrozos”, “niño”, “mujer”, “erección”, cuando sentí una sombra junto a mi silla.
Cara redonda de felicidad. “Hola”, me dice. Se sienta frente a mí. Mi mira, sigue sonriendo. Se saca el tapado violeta –me encanta ese tapado- lo apoya en el respaldo de su silla y respira hondo, como anticipándose a algo. Las manos sobre la mesa, entrelaza los dedos. Me sigue mirando. Sigue sonriendo.
“¿Qué pasa?”, le pregunto. Algo le pasa. Siempre sonríe cuando nos vemos, pero esta vez la sonrisa permanece demasiado tiempo, algo anda mal. “Nada”, contesta, y dirige su mirada hacia la calle, casi imitándome.
“¿Pedimos vino?”
“Estoy con cerveza, pero dale. Ya la termino”.
Agarra la carta, la recorre en silencio, la mirada baja, ahora un poco más seria. Le preocupa qué elegir. Quiero decir, le da importancia a lo que come, quiere elegir bien, y siempre depende del día, del horario, y de la persona que la acompañe.
“¿Pedimos unas papas para picar? Y después vemos…si tenemos más hambre, pedimos las croquetas, como la otra vez”. Le digo que sí. Ella vuelve a sonreírme: “Buenísimo”.
Llega el mozo gay. Me mira. La mira. Me vuelve a mirar. “El vino, las papas, quizás las croquetas. Lo de siempre”. Asiente y nos deja solas. Se lleva las cartas. Ya no tenemos con qué jugar sobre la mesa.
“Conocí a alguien”, me dice. Otra vez, pienso. Conoce y conoce y nada pasa. No tienen sexo, no la invita a salir, nada. “Pero no sé, no sé qué quiere, es un histérico”. Otra vez esa palabra horrible, palabra que ella –creo- inventó. Es la mujer que le dio forma a ese concepto. El del hombre histérico. Todos lo son. Todos le dicen sí y no a la vez, todos la desean pero son cobardes, todos la buscan y después se alejan.
“Contame”, le digo. Trato de sonreír, de parecer interesada.
“Tiene casi treinta, es un poco panzón, pero todo bien. Trabaja en la librería conmigo, pero lo ví recién ayer, hacía otro turno”.
Bueno, lo conoce hace sólo un día. Qué emoción. Cuántas promesas.
“Seguí”, le pido.
“Nada. Me estuvo mirando toda la tarde. Y después medio que quedamos en salir, porque le dije que tenía ganas de tomar un café y me dijo que él me lo preparaba. O sea, no fue una salida salida, pero tomamos el café ahí. Y después nada, por msn lo busqué y se hizo el re boludo. Pero me encanta”.
Digo que sí, que es un boludo, que seguro está desesperado por coger con ella, que desea su cuerpo, que la imagina madre de sus hijos y abuela de sus nietos. Pero que es un boludo, un cagón, un pendejo, por eso no habla por msn.
“Es que me di cuenta de algo”, me dice, después de un silencio. “No hay que buscar tanto, lo que vale la pena aparece solo. Me dijo mi psicóloga que me deje de joder, que quizás lo que estoy buscando está justo enfrente mío. Y bueno, este chico estuvo siempre ahí, en la librería, y yo nunca lo miré, ¿podés creerlo?
“Enfrente mío”. La frase me quedó rebotando en la cabeza. Me tomé otro trago de vino. “Se me declara hoy, pensé”. Me fijé si el escote estaba bien, si las tetas se me insinuaban. No, estaba protegida. Me acomodé el pelo, me lo até. Crucé las piernas y me apoyé en el respaldo de la silla.
La miré.
Ojos oscuros, nuestra amistad. Confidencias.
No, no me animo.

domingo, 23 de mayo de 2010

Vértigo

La primera noche que durmió sola no tomó ninguna pastilla. Se puso un jogging viejo, el buzo que había sido de él y se deslizó entre las sábanas frías. Miró al techo. Cierta sensación de excitación ante lo desconocido y un poco de miedo, inofensivo todavía, le acariciaban el estómago por dentro. Sonrió. Lo logré. Lo dejé. Estoy sola. Podía incluso ser divertido. Hombres, hombres, hombres. Todos esos besos acumulados podían explotar, al fin. Su cabeza empezó a galopar, y no paró. Imaginó otros cuerpos, se imaginó con otros, se sintió, por un segundo, casi feliz. Y sonreía sólo para ella, en la oscuridad.

Se despertó a eso de las cuatro, el pecho empapado, el pelo pegado a la frente. Un sueño con garras todavía la lastimaba. Fue a la cocina, prendió la luz, trató de tranquilizarse. Infinitos caballos le galopaban ahora por dentro. Desbocados. No los pudo controlar.

Todavía no puede.

Pero ya sabe dónde venden avena.

viernes, 21 de mayo de 2010


Enamorada de un muerto. Homosexual.

Este es un amor verdaderamente imposible.

O no.

Mujer a través de tus libros. Gracias.

Todavía no me canso de vivir (leer)
Un cuerpo lleno de estrellas.
¿Cómo se llama ese país?
Extraño estar loca por vos.
El nombre del hombre muerto. Ya no se puede decir lo que se sabe.
Caetano antes de morir. Palabras tristes y un poema indeciso.
O eso entiendo.

sábado, 8 de mayo de 2010

¿Feliz?

Tres cosas hacen mi noche: esta canción, mirtha legrand enojada y cervecitas.

miércoles, 28 de abril de 2010

Estoy tramando un blog diferente
Espero no asesinarlo antes de tiempo

martes, 6 de abril de 2010

Imperativo

No volveré a escribir ebria.
Me requetempalago, guácala.
Pucha, se me desvirtuó tan rápido este blog.
Tan fofo y llorón.

domingo, 4 de abril de 2010

Me retracto

Un dolor en el pecho es más bien un infarto.
Cuánto detesto releerme a veces.

sábado, 3 de abril de 2010

Y se sacó después el anillo, y después el saco, que todavía llevaba puesto, como esperando algo. Y cuando se sacó el anillo lo miró, y recordó por qué esa noche ella estaba sufriendo, recordó cómo le dolía el amor y la vida, y por qué había elegido ese anillo, con ese beso, con ese amor, incrustado, para tenerlo siempre cerca, de noche, de día, con esta pena, para aliviar algo, o simplemente para saber que el amor es muchas veces un cuadro, un anillo, una noche, un dolor en el pecho que tarda años en sanar.

Ilusa

Ella se acuesta en la cama, se dice a sí misma que apenas se hagan las 12 se saca los zapatos y deja de esperarlo. Pero se hacen las doce, las doce y diez minutos, y ella sí, se sacó los zapatos, pero se apoya con cuidado en la almohada para que el peinado no se desarme y se fija que su posición no genere arrugas en el vestido negro que eligió especialmente para esa noche.
Y decide escucharlo a Caetano. Esa canción que tanto le gusta, que le recuerda a la noche en que se conocieron. Y la pone fuerte, para que le llegue bien al cuerpo, la envuelva y le haga sentir este dolor aún más intensamente. Y mira el techo y se pregunta por qué, cómo, en qué se convirtió, cuándo dejó de ser una novia y mujer tan segura de sí misma para convertirse en esto, este intento de mujer estúpida, que espera en su cama un sábado por la noche con el teléfono al lado, que parece mirarla, y ella con tantas ganas de revolearlo y escupirle en la cara a ese imbécil que alguna vez prometió algo.

lunes, 29 de marzo de 2010

Calambres en el alma.

domingo, 28 de marzo de 2010

Anoche

Qué importa si lo viví o lo soñé.
Lo único que permanece es el recuerdo.
(bailaste conmigo toda la noche)

sábado, 27 de marzo de 2010

Palabras en el aire

Hoy a la noche no me quiero quedar sola con las palabras. Las palabras y yo. A veces está bien, nos peleamos pero la pelea me gusta y casi siempre se engendra algo que vale la pena. Pero hoy quiero que las palabras salgan de mi boca y se empasten con las palabras de otro. Nada de papeles o computadoras. Palabras en el aire, despiertas, tocándome los hombros, los labios. Sé de palabras que pronunciadas invitan a los hombres a besarme.

viernes, 26 de marzo de 2010

La búsqueda de la estrella


Por suerte no hace frío; la noche se deja caminar tranquila, con pasos lentos que me dejan degustar la tristeza y vagabundear. Nunca camino sola de noche sin rumbo. Hoy sí. Hoy no tengo opción. Creo que me estoy arrastrando. Pienso en algún cuerpo caliente al lado mío, pienso en la muerte, en mi hija todavía no nacida, en mi dolor, en la calle sucia que se me pega a las sandalias y en mi pelo desordenado. No quiero llegar, no necesito llegar a ningún lado y tampoco tengo a dónde ir. Mi casa es ahora un conjunto de cuatro letras. Nada más. Palabras. La noche le ganó a las palabras, me aplastó y me obligó a caminar despacio. La bala esta vez no me rozó, puedo ver el agujero negro en mi pierna que sangra y sólo me provoca aullidos cada vez que piso. Niña chueca y perdida en una noche oscura.

Alguien, más tarde, te encontró.

Besos.

Desdoblamiento

Ella.
Yo.
Todavía no sé qué pronombre elegir.
¿Hay alguna diferencia?

Hoy dudo de la revolución

La noche te encuentra sola, desprevenida. Son las nueve y no pasa nada. Sólo tu respiración, el aire que entra y sale de tu nariz, y no pasa nada. El tiempo es una nube pegajosa e indefinida que te roza y te confunde mientras el reloj no deja de moverse. Como los latidos de tu corazón, que podés sentir en el cuello, cuando apoyás los dedos y comprobás que seguís viva por alguna extraña razón. O por una no-razón. No hay razones para estar vivo o no estarlo. Casi no hay razones para nada. Eso pensás y otra vez el aire que sale y entra por tu nariz, y ya empieza a molestarte que tantas cosas funcionen automáticamente. Latidos, aire que entra y sale, pestañeos, tics, y miedos que aparecen de repente como leones hambrientos. Es la nada y después todo, una bola de aire caliente que te envuelve, te quema, te zamarrea y te hace preguntas estúpidas (“¿quién sos? ¿qué hacés acá? ¿cómo vas a salir? ¿quién te asegura algo?”) y entonces los latidos se aceleran y el aire que entra y sale molesta todavía más, y todo el cuerpo se convierte ahora en una revolución con sangre y llanto y bombas y hombres que no dejan de morirse. Una revolución. Tantas muertes, ¿servirán para algo?

martes, 9 de marzo de 2010

Donde duele


Creo que sí había amor.
Me duele acá.
Sí, acá.

domingo, 7 de marzo de 2010

Salida


Alicia entró al laberinto y pensó: “¿Cuán difícil puede ser llegar hasta el castillo? ¿Cuán difícil puede ser encontrar el camino correcto?”. Alicia entró sólo por eso. Porque creía que iba a poder salir.