lunes, 29 de marzo de 2010

Calambres en el alma.

domingo, 28 de marzo de 2010

Anoche

Qué importa si lo viví o lo soñé.
Lo único que permanece es el recuerdo.
(bailaste conmigo toda la noche)

sábado, 27 de marzo de 2010

Palabras en el aire

Hoy a la noche no me quiero quedar sola con las palabras. Las palabras y yo. A veces está bien, nos peleamos pero la pelea me gusta y casi siempre se engendra algo que vale la pena. Pero hoy quiero que las palabras salgan de mi boca y se empasten con las palabras de otro. Nada de papeles o computadoras. Palabras en el aire, despiertas, tocándome los hombros, los labios. Sé de palabras que pronunciadas invitan a los hombres a besarme.

viernes, 26 de marzo de 2010

La búsqueda de la estrella


Por suerte no hace frío; la noche se deja caminar tranquila, con pasos lentos que me dejan degustar la tristeza y vagabundear. Nunca camino sola de noche sin rumbo. Hoy sí. Hoy no tengo opción. Creo que me estoy arrastrando. Pienso en algún cuerpo caliente al lado mío, pienso en la muerte, en mi hija todavía no nacida, en mi dolor, en la calle sucia que se me pega a las sandalias y en mi pelo desordenado. No quiero llegar, no necesito llegar a ningún lado y tampoco tengo a dónde ir. Mi casa es ahora un conjunto de cuatro letras. Nada más. Palabras. La noche le ganó a las palabras, me aplastó y me obligó a caminar despacio. La bala esta vez no me rozó, puedo ver el agujero negro en mi pierna que sangra y sólo me provoca aullidos cada vez que piso. Niña chueca y perdida en una noche oscura.

Alguien, más tarde, te encontró.

Besos.

Desdoblamiento

Ella.
Yo.
Todavía no sé qué pronombre elegir.
¿Hay alguna diferencia?

Hoy dudo de la revolución

La noche te encuentra sola, desprevenida. Son las nueve y no pasa nada. Sólo tu respiración, el aire que entra y sale de tu nariz, y no pasa nada. El tiempo es una nube pegajosa e indefinida que te roza y te confunde mientras el reloj no deja de moverse. Como los latidos de tu corazón, que podés sentir en el cuello, cuando apoyás los dedos y comprobás que seguís viva por alguna extraña razón. O por una no-razón. No hay razones para estar vivo o no estarlo. Casi no hay razones para nada. Eso pensás y otra vez el aire que sale y entra por tu nariz, y ya empieza a molestarte que tantas cosas funcionen automáticamente. Latidos, aire que entra y sale, pestañeos, tics, y miedos que aparecen de repente como leones hambrientos. Es la nada y después todo, una bola de aire caliente que te envuelve, te quema, te zamarrea y te hace preguntas estúpidas (“¿quién sos? ¿qué hacés acá? ¿cómo vas a salir? ¿quién te asegura algo?”) y entonces los latidos se aceleran y el aire que entra y sale molesta todavía más, y todo el cuerpo se convierte ahora en una revolución con sangre y llanto y bombas y hombres que no dejan de morirse. Una revolución. Tantas muertes, ¿servirán para algo?

martes, 9 de marzo de 2010

Donde duele


Creo que sí había amor.
Me duele acá.
Sí, acá.

domingo, 7 de marzo de 2010

Salida


Alicia entró al laberinto y pensó: “¿Cuán difícil puede ser llegar hasta el castillo? ¿Cuán difícil puede ser encontrar el camino correcto?”. Alicia entró sólo por eso. Porque creía que iba a poder salir.

viernes, 5 de marzo de 2010

Ostranenie


Extrañar. Con todo lo que eso significa.
Extraña en mi propia casa, mis padres son extraños.
Extrañamiento frente a todo.
¿Dónde estoy?
¿Quién es esta niña-mujer que se mira al espejo y no se reconoce?
Camino por la calle y me miro las manos. No entiendo. De quién son.
Mi hermana, mi gato, mis libros. Qué soy cuando estoy.
Qué soy cuando ya no estoy ahí. Allá. Con vos.
¿Te acordás?
Yo era yo.
Ahora yo soy esta extraña.
Que te extraña más que nunca.

jueves, 4 de marzo de 2010

Can't live

With or without you.

Shit.

El aleteo del muerciélago. Horrible.

Sedantes (que no voy a tomar). Tres cervezas (que ya estoy tomando). Comida no saludable (que pronto voy a ingerir), léase vaqueritas-muchas. Una televisión con programas basurita de risas forzadas y una computadora que soporta. Soporta mis manos pesadas, tecleando con furia, resignación, mucha angustia y a veces miedo. Y conversaciones que no sirven para nada, ni para entretener. Un flaco al que nunca me voy a cruzar porque vive en la otra punta del país, una ex amiga que insiste con llamadas de auxilio del tipo: “¿por qué nunca me contestás?”, y un par de charlas cuasi burocráticas en las que declaro sentirme “re bien”. Y la noche. Llega despacio, se anuncia como el murciélago, con un aleteo intermitente. Y yo la escucho, cada vez más fuerte, cada vez más arrinconada. Noche, me encontrás así, desnuda, estupidizada, tan niña. Pero soy niña sin conejos, ni regalos, ni fiestas. Niña sola, que llora de noche, noche. Ey, noche, acostate acá, conmigo.

martes, 2 de marzo de 2010

Terapia


Tengo que escribir, escribir, escribir. Para no explotar de nuevo, con el cuerpo y la cabeza. Escribirte, miedo. Abrirte, miedo. Desmenuzarte, tocarte, dejarte. Miedo metido bien adentro, regocijándose con mi llanto. Miedo de soñar, dormir, morir. Miedo ahí agazapado, criatura asquerosa. Te pateo, miedo, pero de a poco, porque aprendí que en mí todo tiende a estallar. De a poco, aunque el pulso no esté firme y el llanto reviente en la garganta. De a poco.