jueves, 24 de junio de 2010
Te hacías la crítica, J.
Me cito (con nostalgia, de nuevo): "Existe un punto en el cual el frenético movimiento que caracteriza a la infancia se bloquea de golpe. Es entonces cuando el niño deviene estatua y el juego trampa, cuando los colores se desmayan y los laberintos ya no divierten, más bien traicionan".
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