Podría ser una historia de amor.
Ella usa tacos, pantalones ajustados y muchísimo perfume. Se plancha el pelo todas las mañanas, tarda cuarenta minutos. Se depila religiosamente cada veinte días en lo de Zulma y consume compulsivamente en Farmacity. Vive sola. Casi siempre pide comida a la noche. Sólo sabe cocinar tarta de jamón y queso. Una vez, en la calle, alguien le gritó "gato".
Él la vio cuando entró a la oficina a entregar un paquete. Sentada en su escritorio, las piernas cruzadas, tacos altos, se arreglaba las pestañas. Concentradísima, los labios apretados, las pupilas como enloquecidas. No le importó que su rubio fuera teñido, era linda igual. Quizás, con menos maquillaje –pensó-.
Ella lo descubre mirándola. Se ríe. Le gusta. Buenos brazos.
Él festeja para adentro la sonrisa provocada. Quizás, algún día –piensa.
Ella se para, le saca el paquete de las manos. Vení – le dice.
Y en el piso de una oficina sucia, a las nueve y media de la mañana, mientras la fotocopiadora sigue escupiendo copias de un archivo que nadie va a leer, ellos empiezan a desnudarse.
Podría ser una historia de amor.
domingo, 6 de junio de 2010
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