jueves, 8 de julio de 2010

Te agarró el pájaro por los ojos, te dijo que despertaras.
Y qué me importa despertar.
Pateamos al pájaro, le sangran las alas y las plumas turquesas quedan en la almohada.
Me acuesto, miro al techo, respiro el aliento del pájaro que vuela muriendo.
Me muero.

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