martes, 20 de julio de 2010

Que la pitada dure


Vas a tener pocas oportunidades. Quizás el 92 se sale del recorrido, dobla por una calle que no esperabas, justo cuando estabas cruzando, y listo. Todo negro. No hay más música, ni sexo, ni noches entre amigos o lunas. O quizás eso que tenías se te escapa. Quizás perdés. Te olvidás. Quizás alguien te obliga a llorar todas las noches por seis meses seguidos. No sabés cómo van a ser tus noches de acá a diez años. Quizás un conejo se te encastra en la cabeza y no podés dejar de pensar en eso. Y ahora qué estás haciendo. Qué tenés entre las manos. Apretalo, con fuerza. Está ahí. Y después nada, todo negro. Impredecible. Te vas a asustar. Qué pasa si el miedo no pasa. Si el miedo no se va. El subte tarda tanto. Tanta gente. La canción que estás escuchando fue escrita con dolor. Voy a tratar de no apretar más los dientes. Tres nubes en la noche, no hay más luna y las plantas del patio ya no son verdes, todo oscuro. Un día vas a estar tan solo que te vas a desconocer. Mientras tanto, que la pitada dure, honda en los pulmones.

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